martes, 2 de abril de 2013

HOLY MOTORS

No soy ninguna experta, ni moderna, ni guay, ni gafa-pasta, ni empollona, ni siquiera soy una auténtica cinéfila. Soy yo y me queda un mundo por aprender sobre cine. Desde que estaba en primaria me atrae el mundo audiovisual. De pequeña jugaba a ser reportera y cuando por primera vez cayó una cámara en mis manos empecé a fijarme en el cine. Me llamaba poderosamente la atención saber que con un simple aparatito podría hacer todo lo que se me pasara por la cabeza. Era, sin duda, mi evasión favorita. Si, durante esos años no existían para mí las limitaciones. Curiosamente a pesar que de que me gusta el cine, no hay demasiadas pelis en mi base de datos. Al llegar a la universidad me he dado cuenta de todo lo que me queda por ver y aprender. Quizás mis carencias no hayan sido por falta de ganas, más bien por otro tipo de circunstancias. La cuestión es que esta es una de las cosas que amo de la universidad, el ir descubriendo cada día algo del cine que no sabía, desde los Lumiérè hasta Gondry, pasando por el cine mudo o la nouvelle vague, etc. Gracias a algunas asignaturas o por el boca a boca entre compañer@s poco a poco mis base de datos aumenta y no noto que cada vez evoluciono un poco más, aunque recuerdo con cierta nostalgia cuando era pequeña y no existían las limitaciones.


Dicho esto me gustaría hablaros un poco de una película, sí, me prometí a mí misma que intentaría hablar de otra pero no puedo evitarlo.  Esta película me hizo recordar por qué me gusta el cine: Holly Motors.
Es posible cuando la veas  o la ames o la odies, pero seguramente, te guste un tipo de cine u otro, en esta película encontrarás algún fragmento que te encantará.
Y digo esto porque este film es muy sui generis, o dicho de una forma más coloquial es una peli rara de cojones. Pero cuando digo rara, no quiero decir aburrida. Puede que de buenas a primeras no la entiendas pero no podrás parar de verla, de principio a fin. Te atrapa ¡Es la hostia!
Desde el minuto uno la película empezará a confundirte. El propio Leos Carax (director del film) se despierta en una habitación y abre una misteriosa puerta oculta en la pared que conduce a una sala de proyección llena de espectadores que parecen estar dormidos. Mientras un corpulento e intimidante perro negro avanza lentamente por uno de los pasillo de la sala y un bebé en el pasillo paralelo, camina hacia la pantalla, la cual no llegamos a ver. Y de fondo sonidos más propios de un barco. Y esto sólo es el comienzo de la película…

La historia de ésta película transcurre durante un día en la vida del Señor Oscar, que irá viajando de vida en vida, de personaje en personaje. Viaja en una limusina blanca, la cual usa de camerino y siempre va acompañado de su Chófer, la señora Céline. Pero no os confundáis, esto no es Cosmopolis. Aunque no te des cuenta, la película se trata de una puesta en abismo un tanto peculiar, ya que no verás las cámaras, ni nada por el estilo.


Este film es un recorrido por las películas de Leos Carax, un recorrido por el propio cine. La clave de esta historia es el movimiento y la trasformación, el “renovarse o morir” del mundo fílmico. Vemos el cine desde los estudios del movimiento de Marey y Muybrigde a la Motion Capture, el movimiento es la clave y puede que sea por eso que el Señor Oscar viaja siempre en limusina, en constante movimiento. Es también una película de contrastes, en la que podemos pasar de mendigos a banqueros, de monstruo de las cloacas a bellas modelos, etc.




Me gustaría hablar de unos de los personajes que interpreta el Señor Oscar, el Señor Mierda, un ser de las cloacas al que le encanta fumar ansiosamente y comerse todo que se encuentra, desde flores, pelo o dinero, ¡dinero! Acaba secuestrando a una hermosa modelo (Eva Mendes) No cabe duda de que este fragmento tiene mil y una lecturas posibles. ¿Señor Mierda como representación de los valores de una sociedad superficial que ansía el dinero y lo bello? ¿Y qué hay de la imagen pictórica que casi recuerda a la piedad de Miguel Ángel? Pero esta vez como Cristo al señor mierda, cubierto de pétalos, desnudos y empalmado; y a una bella modelo de actitud hierática como la Virgen María. Desde luego que este fragmento no tiene desperdicio.



Otro pequeño fragmento que, particularmente, me gusta mucho es el entreacto, justo a la mitad de la película como un pequeño descanso entre relato y relato, una actuación musical del Señor Oscar que comienza a tocar el acordeón en una iglesia y poco a poco van apareciendo otros músicos que lo acompañan. Sin duda es uno de los momentos más vivos de la película. Aunque se trata de eso, de un entreacto, que dará lugar a los relatos que desenlazarán el film, podéis aprovechar para ir al baño si queréis, pero la música es muy pegadiza, os lo advierto.



Es una experiencia muy interesante la de ver a Señor Oscar (Denis Lavant) transformándose en diferentes personas y haciéndose dueños de otras vidas. Señor Oscar es un actor que trabaja “por la belleza del gesto”,  puesto que parece no haber espectadores que contemplen su actuación, se busca así mismo en cada papel que interpreta y parece reencontrase con algo de lo que fue tras coincidir con aquella mujer (Kylie Minogue) en la limusina de enfrente y recorrer el viejo y abandonado edificio de La Samaritaine.
Me gustaría contaros todos los relatos que se inmiscuyen en este film y otras muchas cuestiones sobre Holy Motors, pero cualquier cosa que os diga sólo puede estropearla. Tenéis que verla.





Myriam Mira

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