La TV. Esa “caja tonta”. Ese aparato que, con su
aparición, trajo muchas más cosas de las que se suponía – algunas buenas y
otras no tanto –.
Ahora, no obstante, ese aparato (el mismo con el que muchos
lograron ver en directo el primer viaje a la luna) va a desaparecer. Y no estoy
hablando ni del periodismo, ni de la TV como medio de comunicación. Hablo de la
televisión como aparato. Y es que, poco a poco, estamos sustituyendo dicho
aparato por el ordenador, donde tenemos todo a nuestro alcance.
Puede, incluso, que de aquí a unos diez años la gente
ponga los sofás del salón mirando a la ventana, porque quizás el mundo exterior
les entretenga y sorprenda más que la propia televisión. Puede que ese aparato
pase a formar parte de nuestro hogar como mero objeto de decoración, para tener
quizás un sitio alrededor del cual poner nuestros sofás. Puede, por ponernos
extremistas, incluso que los sofás también desaparezcan al no haber televisión
que mirar. O puede (que sería lo más lógico), que alrededor de esos sofás
pongamos, en vez de la pantalla de la televisión, la de un ordenador.
Allí donde la veis, tranquila en vuestro salón, intenta
reinventarse continuamente para no desaparecer. El caso es que ella misma sabe
que lo hará tarde o temprano. Y es que se tiende a sustituir las formas por
nuevas que sean más ligera y a la vez abarquen más cosas. Pongo como ejemplo
las cintas de vídeo (VHS), que fueron posteriormente sustituidas por los
CD/DVD. Anteriormente, los VHS fueron también un invento innovador. Hay cosas
que no cambian, y es el ansia del ser humano por mejorar todo lo que ya tiene.
Aínsua.
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