lunes, 29 de abril de 2013

Culturilla general con aura propia

No es que sea un gran admirador de la cultura tradicional de las pinturas o los libros, sólo algunos de ellos llaman de verdad mi atención. Sin embargo, con la ampliación del concepto de cultura gracias a las nuevas tecnologías, estoy mucho más al tanto.

La música, la escuche como la escuche, es capaz de despertar en mí cualquier emoción, sea cual sea, y la escucho en todo momento. Cuando voy en el coche y suena un tema de Queen o Guns’n Roses, todo cambia; el ambiente, yo mismo y hasta el día entero sólo con haber escuchado esa canción. Es increíble cómo una melodía hace que tu cabeza empiece a funcionar y hace que brote la melancolía, la alegría o las ganas de hacer algo emocionante. No hay que olvidar lo que han permitido internet y los pequeños reproductores de música en cuanto a portabilidad, es como llevar cultura en el bolsillo que además puedes disfrutar cuando quieras.


Pero cuando todo esto da un salto a un nivel superior, necesitas algo más y el gusto por esa cultura, esa música, hace que te intereses por el aquí y ahora. Ese interés es el que me lleva a sacar una entrada para un concierto. Porque, pase lo que pase, no es lo mismo escuchar tu tema favorito a través de un auricular que directamente de la boca del cantante. Es como si vivieras ese momento mágico en el que se produce esa cultura que tanto admiras.

En cuanto a los consumidores de esta cultura, en mi opinión, se están fragmentando y se están haciendo mucho más selectivos gracias a las posibilidades de internet. Recientemente, fui a un concierto de Leiva y me sorprendió el poco aforo que tuvo el evento. Pensaba en cómo llenaban estadios cuando él y Rubén Pozo conformaban el grupo Pereza. Supongo que su estilo por separado es mucho menos comercial pero, ¿qué hace que una canción o un cantante tenga menos pegada? o ¿por qué sus seguidores bajan drásticamente? La respuesta es la cultura de masas y la explicación es que hay una fórmula para hacer que todo el mundo, o por lo menos la mayoría, se sienta a gusto con lo que le ofrecen y cuando un artista decide separarse de esta fórmula y acercarse más a su propio estilo. Aunque, esto no necesariamente significa que sea malo.

Cambiando de tercios, otro medio de transmisión de cultura con el que he estado en contacto es el teatro, aunque en menor medida que la música. A pesar de ello, el primer teatro al que asistí me trasmitió la misma sensación de unicidad y originalidad que mi primer concierto, como si esa obra que estaba viendo fuese única y, de hecho, lo fue. No es porque no se representara en más ocasiones, sino porque en ese momento y ese lugar, esos actores estaban allí interpretando un texto que, aunque siempre sea el mismo, con cada representación es distinto.

En conclusión y añadiendo algo a mi favor, os diré que no interesarme por la cultura de los libros, no significa que no haya leído bastantes obras y os puedo asegurar que también ocurre lo mismo que con el teatro y la música. Para mí, depende de cada persona y del momento en que se haga la lectura.
 
Alejandro Méndez

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