Fotografía: Niño con granada de juguete (Diane Arbus)
Tengo en el pecho una granada negra
que no dudaré en usar contra ti
Dentro de ella se esconden cientos de granos rojos susceptibles de germinar
que se esconden de tus velados ojos.
En pasiones y deseos.
Soy un extraño
y le pido atención a un cadáver.
Mendigo por las calles una mirada que a asustarse no vaya.
Enrarecido es por ellas el aire.
Dentro de ella se esconden cientos de granos rojos susceptibles de germinar
que se esconden de tus velados ojos.
En pasiones y deseos.
Soy un extraño
y le pido atención a un cadáver.
Mendigo por las calles una mirada que a asustarse no vaya.
Enrarecido es por ellas el aire.
Triste
huevo nacarado.
Tengo una granada
y dudo si utilizarla contra ti
porque me acabas de disparar
Qué curioso
se me ha olvidado que tengo una granada en la mano.
Al oír el clic, he pensado que me había estallado.
¿Por qué te vas?
¿Por qué no me hablas?
No me dejes con la granada en la mano.
Porque no dudaré en usarla contra mí mismo.
-Niño, las granadas son peligrosas.
Puede que algún día hagas gala de una gran heroicidad ridícula y te vueles el
culo con una de ellas. En fin, espero estar allí para poder acompañarte en tu
agonía y decirte que sí, que hiciste el ridículo al llevar una granada con la
que no ibas a disparar pero que hiciste detonar contra ti mismo.
Maldito héroe. Deja de mirar el
mundo con ojos adúlteros.
Suelta
la granada, cariño, suéltala.
Marta M Mata
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