Sé que no debería tomarme tan a pecho las cosas, pero me
sentía imbécil en clases de Sebastián Mañas, porque en la mayoría de ellas me
dedicaba a llorar. Lo peor es que no fui la única persona que lloró de
frustración en aquellas clases. No fui la única persona que resopló cada vez
que Miguel de Aguilera contaba un nuevo detalle de su fantástica vida
profesional (que si conoció a Abraham Moles cuando éste vivía en un coche, que
si hizo un trabajo de tribus urbanas). Mira, si quiero que me cuenten anécdotas
me voy a ver a mi abuela que, además de que la quiero mucho paso menos tiempo del que me gustaría con
ella. Yo no sé qué se han creído ustedes, pero no dan clase.
Mañas, si tu obligación no es leerte el correo, ni orientar mediante una bibiografía básica trabajos de temática un poco obtusa (por eso de que son
temas aún desconocidos para nosotros y de naturaleza técnica), ni explicarnos
los contenidos que entran en el examen porque para eso están los libros,
deberías preguntarte en qué consiste tu trabajo aparte de en personarte en
clase diariamente, darle las gracias al MAC de la facultad cuanto te da la hora
y corregir exámenes que no significan apenas nada de la nota final, simplemente
para ahorrarte corregir otros tantos en septiembre. Eres un incompetente y no
te mereces el sueldo que recibes, por muy bajo que sea. Tampoco te da derecho
ser profesor a tratar a tu alumno como si fuera un estúpido y un inepto que
nunca va a estar a tu nivel, porque es lo que parecía aunque no fuera tu intención
(por supuesto).
A Miguel de Aguilera deberíamos haberle votado todos para
rector. Por lo menos nos habríamos ahorrado tres meses de “yo hice tal” y de ejemplos
idiotas sin aplicación ninguna al temario. Que el temario fue otro cachondeo.
Los powerpoints eran indescifrables y se pasó mes y medio con el tema de
introducción. Y luego va y nos dice que vamos ajustados de tiempo y cuenta
tonterías en clase. Normal que mis compañeros se agobiaran, al final tuvimos
que echar mano de los apuntes de gente de la tarde y de años anteriores.
Después tenemos a Ferran Fernández que, por muy bien que os
caiga, permitidme defender mi postura diciendo que no dio nada de materia (lo
poco que dio en clase se lo estudiaba uno en media tarde), y que si no hubiese
sido por su querido amigo Ramonet, no habríamos sacado nada de su asignatura.
Tecla es otra que tal baila. No sólo se pasa un mes entero
de baja post-vacacional, sino que además, había que ser un experto telegrafista
para poder descifrar sus apuntes. ¿Os acordáis de algo del temario de RRPP?
Vergonzoso. Las clases también pasaban entre disgresiones. No se entendía ni
ella cuando hablaba.
A Antonio Cantos le diría que si quiero que me cuenten
anécdotas de rodaje me veo un programa de Todocine
y que su asignatura no se llama ANTOLOGÍA DE MIS DIRECTORES FAVORITOS, sino
HISTORIA DE LOS MEDIOS AUDIOVISUALES. Además me parece muy deleznable que
sacrifique una hora teórica semanal a exposiciones de películas sólo para
ahorrarse tener que dar clase. ¿PATATA? ¿Salvar al soldado Ryan y El árbol de la vida son PATATAS? Mucho
más curro que tus clases tienen, por si no lo sabías. Y ¿tú eres el que das
crítica el año que viene? JA-JA. De tubérculos va la cosa.
Inmaculada Postigo fue esa señora que nos dio clase de guión
y que ni siquiera se dignó a leer nuestros trabajos pero nos mandó el guión
completo de un LARGOMETRAJE sabiendo que teníamos tres meses de clase que al
final se quedarían en menos. No contenta con eso, sus clases se basaban en que
opináramos para qué servía una herramienta a partir del nombre, en lugar de
explicarla primero y que se plantearan las dudas después, que era lo normal. ¿Qué
creéis que es una escaleta básica? No sé. Dímelo tú que para eso estás. Por
esas tonterías es por lo que un temario insignificante se dilata varios meses.
Vicente Peña no sé si crees que estás tratando con niños de
3 años pero tus clases son un completo desperdicio. Creo que habría llegado a la clase de Inmaculada
Sánchez Alarcón con la misma poca idea si hubiera tenido narrativa antes que
narración informativa, porque si es por ti...
En fin, me dejo al mejor para el final, ¿no? Pero antes le diría
a Rosa que en un examen tipo test nunca se empieza una pregunta por “¿crees que…?”
José Muñoz, te queremos, te adoramos. No sólo nos has
tratado como personas y no nos has aplicado la ley de vagos y maleantes, sino
que, además, nos has enseñado mucho: A PONER UN TRÍPODE, A HACER EL BALANCE DE
BLANCOS EN LA CÁMARA DE LA UMA, A ABRIR EL PREMIERE Y A… ¿Ya está, no? Joder.
Qué trabajazo que te has pegado. Y encima nos secuestras los pen-drives porque
te cabreas cuando te ponemos instancias porque habías perjudicado a un alumno
al que te habías negado a evaluar después de que tuviera problemas con un
ordenador en un examen que te negaste a recoger aunque sólo le quedaban 30
segundos de exportación al vídeo. MARAVILLOSO. Me da igual que hayas trabajado
en la Agencia Magnum, como si has estado en la Luna haciendo un reportaje. Para
lo que estás en la UMA es supuestamente para enseñar, no para incordiar y
tenernos hasta las 11 de la noche por los pasillos esperando para una revisión.
Mucho dice de ti el hecho de que a un alumno le hubieras puesto una nota que no
tenía porque ni siquiera habías abierto su examen.
Aunque bueno, viendo que muchos de los alumnos tampoco hacen
nada por la vida y que en los trabajos en grupo se dedican a sacar nota a
partir del trabajo de los demás y luego dicen que ‘se lo curran’, ¿no os
podíamos pedir mucho, verdad?
Guardián del Zoo
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