Con sus asientos acolchados, sus
aulas aireadas e iluminadas, pero sobre todo… su gran docencia. ¿Hay que ver lo
que aprendemos, verdad?
¡Qué depresión! No quiero verme
en la calle con un título en la mano y sin conocimiento práctico
audiovisual. ¿Qué haremos la inmensa mayoría de compañeros, cuando lleguemos a
una entrevista de trabajo y nos pregunten por nuestra experiencia en el manejo de
cámaras, programas de edición, sonido o iluminación? Si alguno sabe de lo que le están
hablando ya tiene un plus, porque otros creo que ni eso. ¿Qué estamos haciendo,
o mejor dicho, qué están haciendo con nosotros?
Siento que pierdo el tiempo
viniendo a clase, entro a las nueve y media y a las 10 miro si el reloj se ha
estropeado, porque el tiempo no pasa… ¿Cómo puede ocurrir, si se supone que estamos
haciendo lo que nos gusta? Sé que no debo generalizar, puesto que hay
profesores (aunque pocos) que te motivan y que hacen que aparezcas por la
universidad, pero ¿qué pasa con los restantes (casi todos) qué hacéis que venir
a clase sea peor que lamberle la cabeza a un calvo? ¿Por qué?
Obviamente
buscáis una asignación económica, pero ya que tenéis que venir a clase, y pasar
“X” horas aquí, ¿por qué no hacerlo bien? Tranquilos, no morderemos, ni tampoco
nos convertiremos en unos osos amorosos. Aunque claro, para ello muchos
tendréis que renunciar a antiguas ocupaciones como el contrabando de “penes”
(plural de pen, unidad flash USB), pero es un precio que seguro os compensará.
¡PROBADLO, y si no quedáis satisfechos, siempre podéis seguir sacándonos
nuestro dinero!
Pankonmilka
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