miércoles, 24 de abril de 2013

Dos visitas en dos capítulos

CAPÍTULO 1: Cuando se me perdió el móvil en mi primera visita.

Con la selectividad más que superada y con el "Ok" de la Universidad de Málaga abandoné Almería durante unas horas para formalizar mi matrícula en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.
Una pequeña cola recorría el pasillo de la Facultad. Tomé asiento en las escaleras de la entrada y esperé pacientemente mi turno.
El número 21 se iluminó en el panel. Yo era el siguiente. Ya en la puerta me toqué el bolsillo. Mi móvil no estaba. "¡Mierda!" pensé.
Volví a las escaleras y el señor que ahora ocupaba mi anterior sitio no tenía constancia de ningún móvil. Muy amablemente me prestó el suyo para localizar el mio. El número 21 seguía iluminado en el panel. Una señora contestó mi llamada. "Hola, soy el dueño del móvil" dije. "Lo se, está en conserjería" dijo la voz femenina. Levanté la vista y la señora que hablaba sostenía mi móvil en su mano. Me fui a la cola con una sonrisa y el móvil entre mis manos. El número 22 se iluminó en el panel.

CAPÍTULO 2: De la Facultad al Aulario, del Aulario al Zulo.

El calendario marcaba el 3 de octubre de 2011. Mi primer día de Universidad estaba a punto de comenzar.
Volví a entrar en aquel edificio donde perdí mi móvil en mi primera visita. La misma señora me atendió. Ya no se acordaba de mi. "Hola, soy de primero de Comunicación Audiovisual y no se dónde está mi clase" solté en menos de un segundo. "Tienes clase en el Aulario Severo Ochoa, el edificio de al lado" me contestó sonriendo.
"Hola, soy de primero de Comunicación Audiovisual y no se dónde está mi clase" repetí en el edificio Severo Ochoa. "Tienes clase en el sótano de abajo, justo debajo". "¿Sótano? Me dije a mi mismo. Así que bajé y me situé junto a unas puertas metálicas que tardaron unos minutos en abrir.
Luego me enteré que aquel sótano era conocido como “El zulo”. Ahí supe que no iba a ser todo tan maravilloso como esperaba.


Daniel Parra

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