CAPÍTULO 1:
Cuando se me perdió el móvil en mi primera visita.
Con la
selectividad más que superada y con el "Ok" de la
Universidad de Málaga abandoné Almería durante unas horas para
formalizar mi matrícula en la Facultad de Ciencias de la
Comunicación.
Una pequeña
cola recorría el pasillo de la Facultad. Tomé asiento en las
escaleras de la entrada y esperé pacientemente mi turno.
El número
21 se iluminó en el panel. Yo era el siguiente. Ya en la puerta me
toqué el bolsillo. Mi móvil no estaba. "¡Mierda!" pensé.
Volví a
las escaleras y el señor que ahora ocupaba mi anterior sitio no
tenía constancia de ningún móvil. Muy amablemente me prestó el
suyo para localizar el mio. El número 21 seguía iluminado en el
panel. Una señora contestó mi llamada. "Hola, soy el dueño
del móvil" dije. "Lo se, está en conserjería" dijo
la voz femenina. Levanté la vista y la señora que hablaba sostenía
mi móvil en su mano. Me fui a la cola con una sonrisa y el móvil
entre mis manos. El número 22 se iluminó en el panel.
CAPÍTULO 2:
De la Facultad al Aulario, del Aulario al Zulo.
El
calendario marcaba el 3 de octubre de 2011. Mi primer día de
Universidad estaba a punto de comenzar.
Volví a
entrar en aquel edificio donde perdí mi móvil en mi primera visita.
La misma señora me atendió. Ya no se acordaba de mi. "Hola,
soy de primero de Comunicación Audiovisual y no se dónde está mi
clase" solté en menos de un segundo. "Tienes clase en el
Aulario Severo Ochoa, el edificio de al lado" me contestó
sonriendo.
"Hola,
soy de primero de Comunicación Audiovisual y no se dónde está mi
clase" repetí en el edificio Severo Ochoa. "Tienes clase
en el sótano de abajo, justo debajo". "¿Sótano? Me dije
a mi mismo. Así que bajé y me situé junto a unas puertas metálicas
que tardaron unos minutos en abrir.
Luego me
enteré que aquel sótano era conocido como “El zulo”. Ahí supe
que no iba a ser todo tan maravilloso como esperaba.
Daniel Parra
No hay comentarios:
Publicar un comentario