jueves, 11 de abril de 2013

Soñando contigo bajo el ritmo de Hometown Glory, Adele.






Una simple foto de dos personas que para la gran mayoría son completamente desconocidas. Para mí, la mejor sensación de mi vida. 
Esa sensación de no saber dónde está el norte ni el sur, de no saber qué hora es, de no saber si tus pies tocan el suelo o están suspendidos en el aire, pero saberlo o no te da exactamente igual. Parece un simple beso pero esconde todo un entramado de minutos de miedo e inseguridades previos y ese instante es lo que me hace no tener  miedo a caer, a perderme o a que anochezca. Un beso viejo encarnado por dos jóvenes desconocidos para el mundo. Unas gafas de sol que eran suyas y han vivido todo este tiempo con nosotros sin que nos diéramos cuenta, pintando el día a día de un tono distinto. Se me viene un olor a agua que cae por los pequeños acantilados que nos rodeaban, curioso sonido que canta ahora mismo en mis oídos después de tanto tiempo.
Cuatro manos que se esconden como el atardecer bajo este blanco y negro. Cuatro manos que saben más de nosotros mismos que nuestros propios labios.

Lo siento amor, siento amarte tanto como lo hago. 

Susurré… aun soy joven, y luego… ya soy mayor.
Entonces rodé un penique para averiguar si debía amar.
Corre y ama, corre y ama doncel…
si la dama es bella y joven.
Oh penique marrón penique marrón penique,
enredado estoy entre los enredos de su cabello.
Oh cuan complejo es el amor, nadie hay lo bastante sabio para leer en sus labios,
viviría pensando en el amor hasta que las estrellas desaparecieran
y las sombras a la luna engulleran.
Oh penique marrón penique marrón penique
nunca es demasiado pronto para el amor.

Penique marrón
de William Butler Yeats

Belén M. Ochando

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