Sé
que puede parecer un tema aburrido, algo muy friki, muchos de vosotros mirareis
esta entrada y pondréis los ojos en blanco o cara de oler a mierda. Pero tengo
derecho a defender los videojuegos, y me gustaría que alguien me escuchase.
¿Alguien
ha leído Maus, la novela gráfica de Art Spiegelman sobre la vida de Vladek, su
padre, superviviente de Auschwitz? La novela se divide en el relato del padre
en el pasado, y como Art entrevista a su padre en el presente. En una escena
del presente, Vladek y Art van en coche hablando y recogen a un autoestopista
negro, Vladek se comportó de una manera excesivamente racista con aquel hombre
de color. Se comportó como los nazis trataban a los judíos.
Esa
clase de comportamiento es la que muchos de vosotros y muchos teóricos tienen
con respecto a los videojuegos. Gente que defiende a capa y espada el cine y la
fotografía, que saben ver sus capacidades y diferenciar entre la fotografía
cotidiana y la fotografía artística, el cine comercial y el cine de autor.
Gente que no es capaz de hacer lo mismo con los videojuegos. Es más fácil odiar
y escupir que comprender y pensar.
Y
es que en todos lados se cuecen habas amigos (y enemigos); la industria del
videojuego tiene la misma estructura que la industria cinematográfica o la
industria musical. Encontramos una serie de empresas que elaboran productos
directamente comerciales, verdaderos éxitos en ventas con un bajísimo nivel
artístico. Y entre todo ese lodazal salen a flote pequeñas y grandes joyas. Hay
empresas con sentido común, que elaboran productos buenos, muy buenos, aunque
sean productos comerciales. Empresas como Nintendo, Valve o Irrational Games,
con sagas como The Legend of Zelda, Portal y Bioshock. Y también compañías
independientes, gente que se juega su pellejo y su salud mental para llevar a
cabo un videojuego, un proyecto que requiere tantos o más recursos que una
película o un disco indie, sacrificando meses o incluso años de su vida sin
saber si ese proyecto será un éxito o no. Juegos como Minecraft, Braid, Fez, Cave Story o Limbo tienen a sus espaldas muchas horas de trabajo y sufrimiento en
equipos de entre 1 a 5 personas. Mientras que una compañía de videojuegos de la
industria tiene entre 75 y 250 trabajadores.
Un
saludo, Seleucos.
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