Los
Miserables de Tom Hooper (2012) es la adaptación de la adaptación, pues no
parte de la novela de Víctor Hugo, sino del musical.Es una película innovadora
dentro de lo convencional puesto que las canciones son interpretadas en vivo,
en el aquí y ahora, y gracias al uso potenciado de la steadicam la libertad de
movimiento de los actores es total.
Como la mayoría de los musicales, la
teatralidad se ve acentuada. Sin embargo, aquí no nos van a pintar un mundo
idílico.
Ésta
es una película de actores que acude a
clichés como el amor a primera vista y a la acumulación de desgracias, todas
ellas verosímiles a pesar del género, gracias a la coherencia que los
intérpretes dan a sus personajes.
Es
relativamente fácil evaluar el trabajo de otros desde fuera, pero construir un
personaje no es nada sencillo.
Aquí
el que capitanea es Hugh Jackman, sometido a unas transformaciones físicas
importantes y a unas caracterizaciones exigentes. Este australiano coincide
conmigo y con la mayoría de profesionales, en que para llorar no hay que pensar
en cositas tristes como tu abuela muriéndose. Ni ante cámara ni en teatro
uno debe intentar llorar. Eso es hacer
el memo. De hecho, en la vida real uno/a trata siempre de no llorar cuando
verdaderamente quiere hacerlo, sobre todo si esas lágrimas son fruto de la
angustia o la frustración. Las respiraciones también hay que tenerlas en
cuenta. ¿Dónde se respira la ilusión? ¿Y la ira?
Si
veis la escena en que Fantine (Anne Hathaway) es 'rescatada' por
Valjean (Jackman), os daréis cuenta de que cuando ésta se indigna con el
personaje masculino, empieza a respirar entrecortadamente, saliéndole el
movimiento de las costillas situadas justo por debajo del pecho.
Los
actores de Los Miserables son intérpretes que escuchan antes de contestar. No
se han aprendido una manera de decir el texto. Porque, ¿eso qué
es? Eso es lo que hago yo, no lo que se debe hacer. Hay que reaccionar al otro,
porque puede que un actor le dé un sentido al texto y aquél con el que
interactúa le dé una vuelta de tuerca tal que la idea que el otro llevaba queda
inoperativa. Como no escuches, la cagas.
En
los monólogos la activación es interna.
En
la escena que os pongo a continuación, Jean Valjean está en una encrucijada
entre su desprecio por la vida, y una mano bondadosa que le han tendido y que
reclama su alma para Dios. El actor decide expresar (o eso intuyo) frustración
ante un Dios que permitió que lo encarcelaran de manera injusta y que ahora lo
reclama para sí, cuando en realidad está enfadado consigo mismo. Quiero observar
en Jackman cierta tendencia a cargar a los personajes en la espalda (en La fuente de la vida también lo hace, aunque puede que ande cortita de percepción).
Valjean's soliloquy (ir a 05:26)
Lo
de la exigencia física lo decía porque, además de hartarse a hacer ejercicio, se
pasó 36 horas sin beber agua para la primera escena, que es en la que le dan la
condicional. La réplica se la da otro australiano, Russel Crowe, que si bien no
hace gala de su mejor interpretación, esta correctísimo y tiene una presencia
apabullante, pero, con esa carita de osito Haribo, me choca. ¿No había otro
para Javert?
Sacha
Baron Cohen y Helena Bonham Carter soportan el humor del filme y los momentos
de distensión (hacer reír es más difícil que hacer llorar, no todo el mundo es
Chaplin o le funciona tan bien el 'clown' como a Roberto
Benigni). Bravo los dos, también.
En
cuanto a Anne Hathaway, lo de esta mujer es dominio absoluto sobre la proyección
de la mirada, los horizontes de la misma, y la respiración. Ha dejado de hacer
de la niña bonita para enfrentarse a un personaje difícil y que además le
suponía afearse sin perder su luz característica. Cómo aguanta esos planos
cerrados tan largos manteniéndote atrapado/a.
La
pregunta que cabe hacerse es, ¿es esto cine? Sí, pero hundido hasta los
tobillos en el teatro, priorizando sobre la imagen las interpretaciones de los
actores con el fin de emocionar, manipulando en la superficie todo lo que se
puede (como si la música en sí no fuera suficiente), intentando hacer realista
lo menos creíble (porque ni tú ni yo, querido lector, vamos por la vida
cantando hasta que queremos ir al baño). Pero por favor, Tom Hooper, ¿por qué
tanto melodrama? ¿No era ya bastante con la trama en sí? ¿Nos tenías que atiborrar
a planos cerrados? Nótese también que al menos en dos canciones, opta por hacer
una panorámica vertical para salir de la escena y luego mostrar una maqueta
acartonada que quiere pasar por escenario natural (¿qué intentabas, simular
cinematográficamente el levantamiento de brazos que hacen muchos actores en los
clímax musicales?) Desde luego, te puede gustar más o menos la película, pero
para mí en la dirección chirría un poco. Claro está, que yo no soy Tom Hooper
ni tengo ovarios de hacer una película musical con sonido directo y tomas
larguísimas, pero es que no tengo ni la formación ni los medios. Pero si los
tuviera, no haría lo que tú haces como tú lo haces, Tom Hooper.
Marta M Mata
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