Ahora que tengo las maletas hechas y la puerta entreabierta, no podría marcharme sin hacer una reflexión más, pero ¿por dónde empezar? ¡Ah, sí! Los golpes. Hay que saber encajarlos lo mejor posible, vengan de donde y de quien vengan, sean pocos o cuatrocientos. Si este curso no lo habéis aprendido tendréis más oportunidades en la vida, pero sin duda, esta era una oportunidad genial para aprenderlo y además entre compañeros, aunque muchas veces los golpes puedan venir de ellos. De esto último sólo habréis sacado dos cosas, ambas según vuestra forma de encajar los golpes, la tensión y el estrés: amor incondicional u odio irracional.
Si vuestro caso es el segundo no os puedo decir más que lo que la vida enseña y que la película “La Haine” se encargó de recordarme, y es que sin duda el odio sólo atrae a más odio. Quedaos con lo mejor, mirad por vosotros pero pensad en los demás, colaborad, no devorad. Venced la tensión, no penséis en rencor, no penséis… vivid, disfrutad estos años de universidad porque luego…
"Hay un viejo chiste: dos mujeres de edad en un hotel de alta montaña comenta una a la otra, "¡Vaya, aquí la comida es realmente terrible!", y contesta la otra: "¡Y además las raciones son tan pequeñas!". Pues básicamente así es como me parece la vida, llena de soledad, histeria, sufrimiento, tristeza y sin embargo se acaba demasiado deprisa." (Annie Hall, 1977)
Las asignaturas serán terribles, la convivencia también, y sin embargo… se acaba demasiado deprisa, sino pensad ¿de qué hablaremos en esas reuniones de antiguos alumnos mientras rellenamos nuestros vasos de plástico de la palangana de ponche? Será algo así como
- “Joder cómo te odiaba….”
- “Y yo a ti hijo de puta”
- “Ven y abrázame, no seas despegao' ”
Pero bueno, llegó la hora de marcharme, solo espero que el resto del camino sea tan bueno como merece, o mínimo como lo fue el primer curso, porque desde luego un día sin risa es un día perdido ¿qué les parece?
Farenhate.
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