Cuando escucho la palabra “cultura” siempre,
irremediablemente, pienso en Écija, el pueblo/ciudad donde paso tantos buenos
momentos.
Desde pequeña he escuchado y visto como, cada vez que hacían
obras, desenterraban “trozos” de la civilización romana. De hecho, en casa de
mi abuela, mucho antes de que yo naciera, tuvieron que hacer obras en el suelo
y, de pronto, se toparon con unas columnas romanas y parte de un friso romano
donde se contempla claramente un busto.
Y es que, esto no es para menos, ya que la ciudad ecijana
conoció su época de mayor grandiosidad durante la dominación romana. “Sobre el 14 a.C. se fundó la denominada
“Colonia Augusta Firma Astigi”, una gran ciudad con calles pavimentadas
trazadas en retícula regular, cloacas y red de distribución de aguas, foro,
templos, termas y anfiteatro, junto a un puente por el que la Vía Augusta
cruzaba el Genil”.
De hecho, otra de las muchas anécdotas
de la ciudad fue cuando decidieron reformar la plaza. Obra que duró alrededor
de doce años, ya que al escavar encontraron, además de un cementerio árabe, una
“natatio” (con una escultura de Diana la
cazadora) y unos cuantos mosaicos acompañados de, como no, unas cuantas
columnas.
La ciudad, no obstante, es conocida
como “Ciudad del Sol” (por sus elevadas temperaturas en verano) o “Ciudad de
las Torres” (por las doce torres que se pueden ver perfectamente desde Astigi).
Podría ponerme a contar muchísimas
cosas más de la ciudad a la que tanto quiero, pero me temo que la entrada me
ocuparía muchísimas más palabras. He compartido las cosas que, desde pequeña,
más me han llamado la atención de la ciudad. Una ciudad con historia, cultura y
belleza.
Más información: http://www.turismoecija.com/guia-practica/historia.php
Aínsua.
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