Me temo que esta entrada va a ser un poco caótica y una
extraña amalgama.
Me uno a algunos de mis compis del GR3: Disfruten (si se lo pide el cuerpo) de los enlaces.
La primera vez que escuché Blood Bank de Bon Iver decidí hacer ese montaje tonto de 21 gramos.
Tonto, pero significativo para mí, como la mayoría de las letras del grupo. Si queréis entrar en un bucle pues seguís luego con SUFJAN STEVENS, JAMES BLAKE, JOSE GONZALEZ, THE CINEMATIC ORCHESTRA, FLEET FOXES (gracias Lechu) , IMOGEN HEAP, KATE HAVNEVIK.
“La différence”
Quizá lo mejor de Internet sea que puedes escuchar de casi
todo y que cuando no puedes te lo buscas. Si no hubiera sido por Internet,
cantantes africanos como el albino SALIF KEITA, PAPA WEMBA, ALI FARKA TOURÉ o
AYUB OGADA nunca habrían llegado hasta mí fácilmente, por muy reconocidos que
sean en sus fronteras. Tampoco OFRA HAZA, la mujer que canta la nana de El príncipe de Egipto, ni FAIRUZ.
Un cierto reggae de la mano de TRYO, ‘jazz’ de la de ZAZ, intentos de
música celta de la bretona NOLWENN LEROY, YANN-FANCH KEMENER y del grupo CELTIC WOMAN.
También suenan por mi habitación composiciones clásicas de
TCHAICOVKSY, MOZART, WAGNER, DEBUSSY, BERLIOZ. Y últimamente, TAVENER, PREISNER (culpa de Kieslowski). En general me dedico a explorar porque, como le decía
Shanduray al señor Kinsky en Asediada,
no es una música que comprenda. Me gusta, pero no la comprendo. Ojalá. Pero no.
“Há uma música do povo”
En general escucho de todo, y gracias a un buen amigo de nombre
José Lobo, llegué al fado: a CARMINHO, MARIZA, DULCE PONTES, AMÁLIA RODRIGUES.
Porque este amigo mío, además de portugués, canta fado-flamenco:
Le deseo toda la suerte del mundo.
“Porque la pena tizna
cuando estalla”
Y en general suerte le deseo a todos esos compañeros de
teatro que han pasado por mi clase, que se han ido y han vuelto. Porque a lo
tonto llevo 6 años creyéndome que hago teatro, aunque siempre con altibajos
(como ahora). De hecho, a Lorena Triviño de Matteis la conocí por los rincones
de La Sala y compartí escena un par
de veces con ella. Luego la encontré por la facultad.
Puede decirse que a través de teatro llegué a la poesía de MIGUEL HERNÁNDEZ, porque mi profesora quería hacer una dramatización de sus
trabajos más emblemáticos que no salió adelante. La mayoría de los alumnos
teníamos entre 14-17 años por aquel entonces. Me quedé con las ganas de hacer
ese trabajo, pero lo cierto es que siempre llegabas más o menos bien y salías
de clase hecha polvo. ¿Cómo se puede expresar con palabras tanto dolor? ¿Cómo
puede alguien exagerar al punto de decir que por doler le duele hasta el
aliento? Luego leí su obra completa y me quedé más chafada todavía.
“A thing of beauty is a joy forever.”
Con John Keats me topé a partir de la
última película de Jane Campion que, por cierto, fue horrible verla doblada. ¿A
quién se le ocurre traducir una poesía recitada? Creo que la película no gustó porque acierta
demasiado a la hora de retratar la época y su forma de entender el amor (demasiado
romántica, para los ricos, claro). Tengo
por aquí un trozo de una carta que Keats le mandó a su enamorada Fanny Brawne,
en español (dentro del libro de Marina Palabras
de amor, una antología de cartas de escritores):
“Acabo de recibir tu
nota. No puedo ser ya feliz lejos de ti. Eres rica como un bajel de perlas. No
me amenaces ni en broma. Me ha sorprendido que los hombres pudieran morir
mártires por la religión. Me he estremecido ante ello. Ya no me estremezco.
Podría ser martirizado por mi religión. El amor es mi religión. Podría morir
por esto; podría morir por ti. Mi credo es el amor y tú eres su único
principio.”
En fin, los románticos me hicieron mucho daño en la
adolescencia (Jane Austen no ayudó, aunque las Brönte le dieron un poco de realismo al asunto). Momo no me enseñó a desestresarme y 1000 splendid suns me hizo pensar momentáneamente que llevo una vida espléndida.
“¿Ves como todavía tenías algo que decirme?"
Cuando estás en teatro inevitablemente tienes que leer y
memorizar obras o parte de ellas. Como obras en las que no sabes qué se compra
ni qué se vende ni por qué discuten dos personas a parte del placer de herirse
verbalmente (La soledad en los campos de
algodón, Koltés), obras violentas y duras que cuando las representas la
gente se ríe y te empiezas a cuestionar si lo estás haciendo bien (Caricias, Sergi Belbel) y obras duras
pero que te pillan lejos para entender a tu personaje (Yerma, García Lorca).
COLAPSO.
Marta M Mata
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