Una de mis
asignaturas favoritas de las que di en bachillerato, sin duda alguna, fue
historia del arte. Y doy gracias a la divina providencia que hizo que
finalmente, me decantara por ella. Porque es una de las materias que más he
podido disfrutar cursándolas.
Especialmente,
hay un par de cuadros, arquitecturas y esculturas que me encantan, ya que
esconden una historia detrás sumamente preciosa.
Y es por ello
que debo hacer mención obligatoria a la escultura de mi querido Bernini, “Apolo
y Dafne”.
Apolo quiso
competir con Eros en el arte de lanzar flechas. Eros, molesto por la arrogancia
de Apolo, ideó vengarse de él y para ello le arrojó una flecha de oro, que
causaba un amor inmediato a quien hiriere. También hirió a la ninfa Dafne con
una flecha de plomo, que causaba el rechazo amoroso. Así que cuando Apolo
vio un día a Dafne, se sintió herido de amor y se lanzó en su persecución. Pero
Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió hasta que
agotada pidió ayuda a su padre, el río Peneo, el cual determinó convertirla en
laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus
pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas.
Apolo se abrazó
al árbol y se echó a llorar. Y dijo: “Puesto que no puedes ser mi mujer, serás
mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las
gentes en señal de victoria”.
La obra está compuesta por dos figuras realizadas
en mármol. Para ello Bernini utilizó varios bloques renunciando a la
concepción escultórica renacentista según la cual la escultura debía realizarse
de un único bloque de mármol. Su temática demuestra el gusto por los temas
mitológicos que había renacido en Italia a partir del Quattocento, el cual continuó
vigente a lo largo del siglo XVII.
El grupo escultórico formado por dos figuras, una
masculina y otra femenina, plasma el mito recogido en la"Metamorfosis" de Ovidio.
Bernini opta por representar el momento de máxima tensión y movimiento al
elegir el momento justo en el que se comienza a producir la transformación. El
joven Apolo, de facciones y proporciones clásicas, ve
interrumpido su carrera por el movimiento ascendente de la joven quien,
elevando los brazos al cielo, observa con horror como la transformación se va
apoderando de su cuerpo: de los dedos y cabello brotan las ramas y hojas, de
sus pies nacen las raíces mientras el cuerpo se va cubriendo de la
corteza del tronco.
El autor contrapone por un lado el impulso hacia
delante de Apolo, acentuado por la posición apoyada en la pierna derecha
mientras el brazo derecho y la pierna izquierda la extiende hacia detrás al
igual que la túnica impulsada por el viento del dios; frente al movimiento
ascendente en "serpentinata" de la joven Dafne. Este recurso es
característico no sólo de la obra de Bernini, sino de la escultura
barroca en general. Así mismo, el tema permite al escultor acentuar la
transformación a través de la contraposición de la textura pulida de
la carne de la joven frente a la superficie áspera de la corteza del tronco que
comienza a cubrirla. Por último el gesto de terror de la joven se
contrapone por el del dios, ajeno a la transformación que ha comenzado delante
de sus ojos.
Es magistral en esta obra la captación del momento fugaz,
la instantánea captada por el autor que permite al espectador, a medida que
gira alrededor de la escultura, asistir a la metamorfosis de la joven en árbol. Bernini recurre
a la luz con un sentido dramático que acentúa la tensión de la escena
a través de los contrastes de luces y sombras, violentos en los pliegues del
manto de Apolo o en la hojarasca del pelo de la joven y suave en la
superficie de la piel de los cuerpos de los jóvenes.
Bernini se muestra en esta obra como el maestro
indiscutible de la escultura barroca no sólo en Italia sino en toda Europa,
como un virtuoso en el tratamiento del mármol, renunciando al bloque único
característico de la escultura renacentista, así como un genio a la hora de
representar la emoción y el movimiento.
Mss.Caffrey
PD: Esta entrada la quiero dedicar a mi Uli, por todas esas conversaciones que siempre consigue que sean una "odisea" y por ser mi consejero personal. Te quiero, D.
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