miércoles, 27 de marzo de 2013

Pan caliente, café hirviendo


Al tiempo que vierto el café humeante en el interior de esta taza llamada Zuloshima mon amour, dejo que la tostadora de mi mente termine de dorar el pan de este desayuno con cinéfilos. Qué bonito todo ¿verdad?

Nada más lejos de la realidad, yo no os voy a hablar de ningún director, ni de ningún film en particular, ni siquiera de un género; quiero hablar de algo que se ve acentuado más aun en esta carrera en la que nos encontramos, donde si algo resalta es el amor por el cine, un amor irracional pero… sí, tiene sus peros y sus matices.




¿Dónde queda el cine comercial? ¿Esas producciones de presupuesto astronómicos dirigidas al gran público –sin querer llamarlo masa-? No seré yo el primero que objete sobre esto, pues es una opinión que he leído multitud de veces a lo largo de muchos foros de internet, tanto dedicados al cine como a cualquier tema. Y es que parece a veces, que si un film no es de X autor, o no se exhibe en versión original subtitulada al chino del sureste de Shanghái, el film queda relegado a una segunda posición, o que digo, queda descartado porque “es un cine que no dice nada” o porque simplemente queda fuera de nuestra lista de gustos y preferencias.

Pero no sólo de cine de autor, reflexión y subtítulos vive el “correcto cinéfilo”. Parece que ese amor por el cine os ciegue y solo os quedéis con su “psicología” obviando su físico, su maquillaje y su alarde de coloridos, efectos y trabajo que lleva detrás todo film comercial para atraer al público. Si queréis podemos hacer una analogía entre la atracción que podemos sentir hacia una persona, ¿qué es lo primero que nos SUELE llamar? Su físico, y ¿qué sucede en muchas ocasiones cuando intentamos descubrir qué hay detrás de ese bonito cuerpo? Pues que puede estar vacío y llevarnos un chasco, o que puede enamorarnos por completo de su forma de ser. El caso es que la parte psicológica es determinante en ambos casos: cine y personas, pero sed sinceros ¿A quién le gustan fe@s de entrada? 

Con esto solo quiero decir que muchas veces el mero hecho de ser una película a la ligera catalogada comercial por nuestro propio y no contrastado criterio personal, nos dejamos arrastrar –irónico- hacia el rechazo de este cine comercial, sin observar que trasfondo encierra ese “bonito cuerpo”, dando por hecho su mentalidad vacía y falta de contenido. El doble rasero del cinéfilo.

Creo, -como mera creencia personal- que una vez más podría hacerse una analogía o metáfora con films como “In Time”, de la cual tras haber visto, también he leído opiniones tan variadas que abarcan desde “me esperaba más, menudo truño” hasta “buena idea, mal llevada a cabo”. Yo particularmente me quedo con esta última, donde la idea general de la película, el tema, puede dar paso a una reflexión por nuestra a través de una escueta cuestión ¿Qué hacemos con nuestro tiempo? O podemos hacer una deducción simple con respecto al mensaje del film que  a fin de cuentas nos dice que “el tiempo es oro”. Vale, en primera estancia la parte psicológica de la película tampoco está tan mal, tiene una idea brillante, pero ¿por qué mal llevada a cabo? 

Vale que los efectos no sean especialmente destacables, que la actuación de Timberlake o Amanda Seyfried sea floja, y que parezcan un simple desfile de acciones y efectos para embelesar al espectador, correcto. Pero ¿Nunca habéis tenido la necesidad de evadíos de todo, de imaginar, de disfrutar con un film por simple que sea? Señores, esa es parte de la magia del cine, cuando uno ama, lo hace con sus defectos y sus virtudes, ni todo el monte es orégano, ni todo el cine subtitulado, que al paso de sibaritismo que vamos algunos pediréis traducir películas en castellano al inglés para poder verlas subtituladas: Gafapastas.


Ahora que he terminado de tostar el pan ¿Os saco unas galletas? Manuel P.

No hay comentarios:

Publicar un comentario