Pintura de Antonio Ramos |
La "verde y morá", esos son los colores que
me representan desde que nací. Desde pequeño he vivido en una pequeña ciudad de
Málaga situada en la costa del sol, Torremolinos. Tener como lugar de residencia la Costa del sol,
lejos de parecer algo bonito, ha sido un infierno. En Torremolinos, desde siempre ha imperado la política del imserso, y el gueto de
purpurina sobre el que se rodea Torremolinos, algo que ha marcado en mi una profunda
necesidad de huir de esta ciudad.
Al
carecer Torremolinos de cine, centros comerciales,…; Málaga fue para mi un
descubrimiento y una válvula de escape de un pueblo deprimente. Al principio,
mis viajes se centraban en ir a mirar o comprar cosas puntuales, y por el
camino, veía algunas de los grandes símbolos de mi ciudad natal, como son La manquita, el teatro romano,…; y es
que Málaga es una ciudad donde prácticamente puedes hacer de todo, o al menos
mas que en mi "ciudad".
Poco
a poco, conforme fui creciendo, mi futuro profesional me llevo a la zona del
Ejido, concretamente a estudiar Bachillerato de artes, donde poco a poco fui
conociendo las raíces de mi ciudad. Fue en esta etapa donde comencé a explorar
los entresijos de Málaga, sus monumentos, sus museos, sus calles, sus pueblos,
y su cultura, cultura marcada por la “visita" de numerosos pueblos. De padre moro y de mujer cristiana (Como dice una canción), cada día Málaga me fue cautivando y ampliando mis horizontes.
Puede
que sea ese año en el que poco a poco me fui separando de Torremolinos como
ciudad de procedencia y me fui sintiendo cada vez mas malagueño, aunque
sinceramente me pierdo por sus calles e incluso podría decir que se menos de
Málaga que personas que llevan aquí un par de años escasos.
Y
bueno finalmente para concluir, lo que sinceramente me ha enamorado de Málaga además
de todo el arte que la rodea, es su "buena
ente", que en definitiva son los que hacen a Málaga, tan especial como es.
Carlos Mérida Benamrane
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