Invierno
Época en la que disfruto de Málaga, y echo de menos Córdoba.
Cada fin de semana que paso por Córdoba, experimento el frío
en mi cuerpo. Esto significa que vuelvo a mi lugar, a mi casa, no implica en
ningún caso que sienta frío en sí, como todos los significados que entendemos
de la palabra (indiferencia, desinterés o desafecto). Si no, todo lo contrario,
seguridad, complicidad, cariño y demás sentimientos que una persona puede
palpar en su hogar.
En cambio, Málaga. Calor. En mi diccionario no estaría
descrita de forma afectiva, ni mucho menos. El concepto cambia. Es
incertidumbre, miedo, alarma e incluso desconfianza. Necesitaría otros 18 años de
mi vida, para poder sentir en Málaga, lo que aprecio en Córdoba.
Podría considerar a Málaga como un lugar de nuevas
sensaciones, pero para que mentir, aquí he vivido lo mismo que en Córdoba. Nada
nuevo, la misma “x” con otro nombre. Lo que he tenido que probar, ya lo había
hecho; lo que he tenido que sufrir, ya lo he hecho; lo que he tenido que pasar,
lo he pasado; y lo que he tenido que decir, ya lo he dicho.
Málaga, simplemente sería como un lugar de mayor libertad,
de liberación pero siempre contando con el miedo. Ese miedo de no tener en quien
apoyarte, que serían los padres. Con los
que muchos de vosotros todavía contáis en vuestro día a día. Afrontando lo que
venga.
Aunque, no podría valorar a Málaga como quien dice que “Sevilla es
bonita”, porque para mí ya tiene un significado intrínseco. No se resume en lo
que más o menos me gusta de Málaga, sino lo siento o pienso cuando escucho su
nombre.
Siento decir, que yo siempre habré nacido en una silla.
Os dejo una pequeña entrada de un artista que me recuerda mucho a Málaga..
M. E. Osuna
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