En el bello paisaje de la vega de Antequera se alza la Peña
de Los Enamorados. El perfil de esta peña es muy singular porque se asemeja a
los rasgos de un rostro humano que mira al cielo con la cabeza apoyada en la
tierra, como si se tratara de un hombre yacente. Y la explicación a esta
peculiar silueta, que recorta el horizonte de la ciudad, la encontramos en la
leyenda homónima de la que toma su nombre.
Un joven cristiano, Tello, cae prisionero en una localidad
próxima. La hija del mandatario moro de esa localidad, Tagzona, va por su
curiosidad a los calabozos en los que se encuentra con el apuesto guerrero.
Ambos, de una sola mirada casi única, caen enamorados y deciden marcharse, ya
que por aquellos siglos, no se les permitía contraer matrimonio a parejas de
distintas creencias.
Peña de Los Enamorados, Antequera
Aunque escapan de la cárcel, son descubiertos por los
guardias que, con el padre de Tagzona al frente, salen a su captura. Los moros,
can estrechando el cerco, se acercan y así llegan a un peñón en las entradas de
la ciudad de Antequera, decidiendo subir por él. Ya en todo lo alto, los
arqueros del padre moro apuntan a los jóvenes. Ambos se miran, se cogen de la
mano, y se colocan al filo de la cima. No tenían escapatoria: rendirse y ser
capturados y separados. Pero no, Tello y Tagzona, unidos por sus manos, vuelven
a mirarse fijamente y se despeñan, saltando al vacío.
Ms. Caffrey
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