martes, 12 de marzo de 2013

Mi Málaga.


Málaga es para mí un cúmulo enorme de sensaciones.

Afortunadamente no soy de Málaga, cuento con el privilegio de pertenecer a un pequeño pueblo, al que huyo cuando la ciudad me sobrepasa.
Conozco algunos rincones curiosos, ya que desde muy pequeña, cada fin de semana mi madre hacía las maletas y mi padre conducía el pequeño Peugeot blanco rumbo a Málaga a visitar a la familia. Siempre fue para mí símbolo de alegría, unidad, amor, juegos, muchísimo cariño… Jamás nos faltó nada.Pero uno va creciendo, siendo consciente de detalles que antes no veía y poco a poco tomando decisiones, llevándome a tener que separarme de mi familia e ir a vivir a Málaga. Los cambios, como todos sabemos, siempre son difíciles y cuando tienes que hacer cosas que no terminas de entender, o que simplemente no quieres, hace que todo se torne un poquito más oscuro. Cambiando así mi visión de Málaga, pasando ya a una lucha mano a mano, o Málaga o yo.

Si hago un resumen de mis vivencias aquí será un total un tanto borroso, lleno de picos; una montaña rusa constante, que cada vez me lleva por calles menos agradables. Málaga está llena de decepciones, fracasos, de despedidas y llantos. Y, con una descripción así, ¿quién no quiere salir corriendo?Al final acabas por tirarte a lo fácil, te rindes y piensas en aquel refrán: “Más vale malo conocido que bueno por conocer” y cuando siento que Málaga me va a ganar la lucha, corro a los rinconcitos amigos, donde sé que encuentro quien me enseña la luz.


Marta Osorio.

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