miércoles, 27 de marzo de 2013

Animación, bendita Animación.

Ya sé que soy pesado, pero ¿De qué queréis que hable? Vosotros sabéis de cine más que yo, seguro, pero a lo mejor de animación yo sé un poquito más. 

Hay un prejuicio sobre la animación al igual que con los videojuegos: Eso es para niños. Frase lapidaria. No hay día en el que mi padre no me diga "¡Quita los dibujitos y pon las noticias!" Dibujitos... Es normal que mi padre piense eso: vas al cine y la cartelera dirigida al público infantil son películas de animación (la mayoría de animación hecha por ordenador actualmente), es raro ver una película de animación catalogada para adultos en cartelera. Y la mayoría de las películas que estrenan ahora de animación son películas comerciales, estereotipadas con argumentos planos y simples. Un espectáculo de muecas, chistes fáciles y exageraciones de todo tipo para que los más pequeños se partan la caja sin necesidad de saber que está sucediendo realmente en la historia. Una lástima... 
La Animación es el poder absoluto, requiere un esfuerzo mucho mayor, pero es la herramienta que te permite llevar cualquier cosa a la gran pantalla. La Animación te convierte, como creador, en un Dios Absoluto que puede moldear a su antojo formas, colores, escenarios, cuerpos, personajes... 
Pero al igual que pasa con todo, hay que saber manejar el cuchillo para cortar el jamón. Si no se tiene talento e imaginación, todo ese potencial se desperdicia. Además, la animación conlleva más tiempo, más dinero y más paciencia normalmente que hacer una película convencional. 

¿Y porqué me gusta tanto la animación? Bueno, al igual que los videojuegos, la animación parte de una base: todo lo que ves es ficción. El cine parte de la misma base teóricamente, pero muchos se olvidan de ello. Al igual que en el documental o en la TV, en la pantalla ves seres humanos, gente real, y una parte de tu cerebro no quiere aceptar que eso sea ficción, y más aún si la historia en cuestión te enamora. Por eso  muchas veces confundimos personaje con persona. La Animación al librarse de ese nexo con el mundo real se convierte en una visión abstracta de la realidad, un medio a través del cual se puede crear desde la pura subjetividad. No una subjetividad enmascarada o un intento de objetividad, una subjetividad pura con una fuerza visual tremenda. Si aceptas ese contrato y te sumerges en el mundo que han creado para ser observado puedes descubrir significados, emociones y verdades desde un punto de vista que nunca podrías ver por ti mismo. La animación te permite ver con los ojos de otro.

Pero por última vez, me repito, solo consiguen este efecto directores con talento. Al igual que con el cine convencional, hay directores que valen y gente que ojala se quedase en casa. Y os dejo con mi película de animación favorita: La princesa Mononoke, aunque todas las de Miyazaki son muy buenas. Y Sí, ya sé que soy muy pesado con Miyazaki.


Un Saludo, Seleucos.

1 comentario:

  1. Por cierto, el clip de Fantasía lo pongo porque, aunque no lo creáis, es una de mis pesadillas más recurrentes.

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